El haber trabajado siempre por mi cuenta, primero exclusivamente como traductora y, más adelante, también gestionando proyectos, me ha permitido vivir situaciones de todo tipo en la relación profesional que se establece entre el colaborador y el responsable del proyecto –ya sea una empresa u otro freelance. Estas experiencias me han servido de lección para establecer unos principios que, a mi modo de ver, permiten crear un equipo de trabajo que esté rodeado de un ambiente lo más respetuoso y profesional posible.
¿Cuáles son estos principios?
Hay quien empieza la jornada a las seis de la mañana y hay quien a las diez enciende el ordenador. Los hay que dejan de teclear antes de las cinco de la tarde y otros que apuran hasta casi la hora de cenar. Indiscutiblemente, cada uno tiene su horario, pero es importante entender cuál es la franja más habitual y evitar las llamadas a horas intempestivas y fuera de los días laborables, salvo en casos de extrema urgencia. Puede parecer una obviedad, pero no es tan inusual como debería.
A pesar de la famosa frase «lo necesito para ayer», muchos encargos que se plantean como urgencias en realidad no lo son. Con frecuencia, ante teóricas situaciones urgentes se logra ampliar considerablemente el plazo de entrega, lo que demuestra que la prisa era relativa, sin hablar de cuando se plantea el cobro de un recargo.
Las urgencias deben reservarse para casos excepcionales, e intentar que el ritmo de trabajo no sea siempre frenético. Porque trabajar constantemente de forma acelerada no es bueno ni para la calidad del trabajo ni para el propio profesional.
Con esto me refiero al trabajo en días festivos, fines de semana, noches o en los casos en que hay que asumir un volumen de trabajo diario superior al normal. En mi opinión supone un esfuerzo adicional que debe compensarse aplicando una tarifa más elevada.
No cuesta nada y es realmente gratificante. Un simple «Muchas gracias, hemos recibido correctamente el documento» es una buena muestra de consideración.
Todo profesional conoce perfectamente sus limitaciones y sabe qué encargos están fuera de su competencia. Por muy tentador que pueda resultar un proyecto desde el punto de vista económico, si no nos vemos absolutamente capacitados para llevarlo a cabo es mejor ser sinceros y esperar una mejor ocasión. Una explicación clara del porqué consideramos que no podremos ofrecer un servicio de calidad para ese caso concreto será una demostración de gran profesionalidad.
E incluso si nos damos cuenta de ello una vez hemos aceptado el encargo, la capacidad de reacción siempre será mayor en una etapa inicial. Y resultará más fácil asignar el trabajo a otra persona que intentar enmendar un trabajo mal hecho y recuperar la confianza de un cliente que no haya quedado satisfecho.
Cuando se acuerda una fecha y hora para la entrega de un trabajo, lo último que un colaborador debe hacer es comunicar un rato antes que tiene que retrasarla o, simplemente, entregarla más tarde sin siquiera avisar. Siempre pueden surgir imprevistos, puede haber situaciones que impidan cumplir con el plazo acordado, pero deben ser casos sumamente excepcionales.
La puntualidad forma parte de la profesionalidad de un traductor. Y si es necesario retrasar la entrega o, por algún motivo, no se puede seguir con el trabajo, situación a la que Martine Fernández dedicó un artículo muy interesante en su blog (Cómo gestionar una crisis), se debe avisar lo antes posible para que el margen de reacción sea mayor.
Y de la misma forma que se espera que el colaborador sea puntual, a él también le gusta la puntualidad en el pago. Aquí, de nuevo, pueden producirse excepciones, pero la norma debe ser la puntualidad y un plazo razonable.
La ley de Murphy existe, y cuando se está hasta arriba de trabajo es cuando más propuestas de proyectos se reciben. Aquí, nuevamente, si no se puede garantizar un trabajo al nivel habitual, es mejor rechazar la propuesta, por más que nos pese.
Igualmente, cuanto más se necesita a uno de los colaboradores de confianza, de menos tiempo dispone. Mejor, pues, recurrir a otro profesional.
Si nos vamos a tomar unas vacaciones, sea cuál sea la época del año, incluso en agosto, no está de más avisar de los días que no estaremos disponibles para ayudar en la planificación de posibles proyectos. Tampoco está de más activar la respuesta automática del correo electrónico por si alguien nos contacta.
Ambas partes tienen que implicarse en la misma medida, respetarse y ser conscientes de la importancia que tiene cada una, siempre y cuando actúen con ética y profesionalidad. Una y otra son imprescindibles para ofrecer un servicio impecable al cliente. Deben considerarse piezas clave entre sí y sentirse un equipo que rema en la misma dirección.
Irene:
Una entrada con mucho juicio y razonamientos claros. ¡Bienvenida de nuevo!
Martine
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Bentornada, Irene! 🙂
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¡Muchas gracias, Martine y Pilar!
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Muy buena entrada, enhorabuena!!
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¡Gracias, Silvana!
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Hola, Irene:
Genial entrada, como todas las que has publicado hasta ahora. 🙂 Estos principios profesionales son sumamente básicos y de Perogrullo, pero sorprendentemente hay gente, tanto traductores como clientes, que no los cumple a rajatabla.
Saludos,
Isabel
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Isabel, muchas gracias por tu comentario. Es cierto que, aunque son unos principios muy básicos, brillan por su ausencia con más frecuencia de lo que deberían.
Un saludo,
Irene
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Totalment d’acord! Llàstima que els pagaments no siguin tan puntuals per part dels clients no siguin tan puntuals com haurien de ser-ho!
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Tens tota la raó, Anna. Gràcies per teu comentari!
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